lunes, 25 de enero de 2010

POESÍA Y EROTISMO / Entrevista a Mario Bojórquez

El poeta sinaloense nos demuestra a través de su poesía el lenguaje del erotismo, que es, en sus propias palabras, una “forma sublime del amor sexual, donde el placer nunca llega a cumplirse, es una imposibilidad existencial” que si bien no se cumple dentro del imaginario de su poesía, si lo hace en las etéreas imágenes de sus versos donde las letras fluyen, abren su torrente y se muestran desnudas, tal cual son.
Mario Bojórquez ha obtenido diversos reconocimientos como el Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura (1995), el Premio Nacional de Poesía Enriqueta Ochoa (1996), el
Premio Nacional de Poesía Aguascalientes (2007), entre otros. Es autor de Pájaros Sueltos, 1990; Contradanza de pie y de barro 1996, Diván de Mouraria, 1999, Pretzels, 2005 y El deseo postergado, 2007. Su obra ha sido traducida al francés, portugués y al inglés y publicada en Portugal y Estados Unidos. Actualmente se desempeña como editor asociado de la revista Biblioteca de México y como profesor de retórica de la Fundación para las letras mexicanas.

¿Cuál es el lugar del erotismo en la poesía contemporánea?
El erotismo es uno de los temas fundamentales de la poesía de todos los tiempos, desde los griegos y los latinos es una presencia fulgurante en la escritura, modelos como los de Safo y Anacreonte entre los griegos y entre los latinos Catulo u Ovidio han servido a las generaciones y lenguas posteriores para seguir fijando ese singular asunto que nos convoca a todos.
Desde luego que ha habido variaciones y gradaciones de muy diversa índole en lo que se refiere al tratamiento del tema, por ejemplo, en cuanto a nosotros, inicia con las jarchas mozárabes cuyo tema es el del amado o habibi que espera a la puerta para ser recibido, también, el llamado amor cortés que se extendió en la edad media desde la poesía provenzal hasta la lengua galaico-portuguesa y su posterior refundación por Petrarca que fue seguida por poetas tan diversos como Pierre de Ronsard en Francia o Luiz Vaz de Camões en Portugal.
En el medioevo español, hay un gran monumento literario al tema, siguiendo los pasos del Ars Amandi de Ovidio Nasón, y que corre a cargo de un poeta singularísimo, conocido como Juan Ruiz el Arcipreste de Hita en su famoso Libro de Buen Amor. Viene después un tratamiento del llamado erotismo místico, reconocible en autores del Renacimiento Hispánico como San Juan de la Cruz o Santa Teresa. En el Barroco entre los españoles Francisco de Quevedo o Lope de Vega, están las características del llamado stil nuovo italiano que fue introducido en España por Garcilaso de la Vega y Juan Boscán. El Barroco Americano con Sor Juana, no será ajeno al tema con sonetos y redondillas de exquisita orfebrería.
En el siglo XIX en México convivieron tres escuelas fundamentales de la poesía, el Neoclasicismo, la Arcadia y el Romanticismo, en las tres se cumple de nuevo el tema y logra su mayor perfección en el suicidio por amor de Manuel Acuña al concluir la redacción de Nocturno a Rosario. Para el Modernismo habrá una nueva percepción más enconada, más atrevida con los maravillosos sonetos de Caro Victrix del poeta Efrén Rebolledo, algunos lances de lascivia en los poemas de Salvador Díaz Mirón y su punto de mayor altura con un erotismo místico e idólatra de nuestro padre soltero Ramón López Velarde.
En la época de Contemporáneos, iniciará la inclusión del llamado “otro amor”, de un carácter homosexual, con Xavier Villaurrutia, Salvador Novo y Carlos Pellicer. La generación posterior a Contemporáneos con dos poetas fundamentales del siglo XX mexicano, Octavio Paz y Efraín Huerta, regresará al tema de modo excepcional, en Paz vinculado a la tradición tántrica de la India y en los poemas finales de Efraín Huerta con el humor en los poemínimos. Otro par de autores, Rosario Castellanos y Jaime Sabines, muestran la doble cara del amor sexual (Sabines) y el desamor por despecho (Castellanos). Son, sin embargo, tres poetas vivos de la poesía mexicana quienes nos han mostrado con especial lucidez las formas álgidas del amor erótico, Alí Chumacero, Rubén Bonifaz Nuño y Eduardo Lizalde, este último renueva los usos del erotismo, con el sarcasmo y una violencia verbal inusitada para la siempre reposada poesía nacional, poemas como Lamentación por una perra, La ciudad ha perdido su Beatriz y en general el libro El tigre en la casa, dan un tono nuevo, una nueva expresión al erotismo en la poesía mexicana contemporánea.

¿Cómo define la línea que divide el erotismo de la pornografía?
El erotismo es la forma más sublime del amor sexual, en él reside la potencia creadora y destructora del ser humano, se ama para divinizar el cuerpo del otro, se ama para destruir su cuerpo. Todos los sueños, las visiones y también las malas ansias encuentran ahí su final conclusión. La inexacta porción de placer y de melancolía son los ingredientes con los que se construye esa mezcla de alegría y dolor, en mi obra poética el placer nunca llega a cumplirse, es una imposibilidad existencial, su consumación se posterga.
La pornografía es la socialización del placer por medio del mercado, el placer se convierte en una mercancía susceptible de adquirirse con dinero y que, además, no implica el contacto entre seres humanos, es una abstracción del cuerpo y sus humores, es una representación del placer hecha en serie para su distribución por los canales comerciales.

¿Es la poesía la parte más erótica del lenguaje?
La poesía es la forma más alta del lenguaje humano, incluye entre sus virtudes la elevación del espíritu en sus formas más puras, en la poesía se concentran los pensamientos elevados y las bajas pasiones, si el erotismo es la sublimación del amor, la poesía es la sublimación del lenguaje.

¿Puede el erotismo funcionar como una forma de encontrarse a sí mismo por medio del otro? ¿cómo ayuda la poesía erótica a que esto suceda?
Puede, creo yo, el erotismo ser una forma de búsqueda en la plenitud del amor, hasta ahora no he conocido una forma del encuentro con la realidad positiva del ser, creo, sí, que puede tratarse de una opción de búsqueda, la han transitado el tantrismo y el sufismo, en donde poesía, amor y misticismo son las llaves de la plenitud del ser.

¿Es el erotismo un lenguaje ilimitado como lo es el lenguaje poético?
En nuestra literatura del siglo XX, pienso ahora en Julio Cortázar, la opción del juego ha marcado nuevas enseñanzas en los usos del amor y de la vida, si el juego es ilimitado, podemos pensar que esto se instala en la concepción que ahora podemos tener de la poesía y el erotismo, las imágenes de erotismo lúdico que nos han dejado autores como Georges Bataille, Guillaume Apollinaire o más atrás el Marques de Sade en sus Pasiones Simples de su novela 120 días de Sodoma, hacen que sospechemos que el erotismo y la poesía, estas dos vías de la plenitud del placer, puedan ser inagotables.

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